Encontraron frascos de la droga en su casa.

En un hecho que ha sacudido la tranquilidad del siempre bullicioso partido de La Matanza, un enfermero del reconocido hospital interzonal Paroissien, ubicado en San Justo, ha sido aprehendido por las fuerzas de seguridad tras ser vinculado con el robo de ampollas de fentanilo, un poderoso y adictivo analgésico utilizado exclusivamente en cirugía y estrictamente controlado por las autoridades sanitarias.

La chispa que encendió la investigación provino desde adentro del mismo hospital. Fue la jefa de la Guardia quien, con ojo agudo, detectó la falta de tres preciosas ampollas cargadas con 10 mililitros cada una de este elusivo fármaco, dando inicio a una investigación que develaría un misterio profundo.

La tecnología, en forma de cámaras de seguridad, jugó un rol protagónico al señalar a Walter Hugo M., un respetado enfermero y conductor de ambulancias, visto transitando áreas restringidas donde los medicamentos eran resguardados con celosía. La denuncia no tardó en arribar a la comisaría después de esa revelación.

Las imágenes no mienten, y en ellas, un hombre con un aparentemente inocente ambo verde – uniforme cotidiano del personal de salud – se movía con sospechosa soltura y las manos ocultas en sus bolsillos, dejando un rastro de preguntas y desconfianza.

El seguimiento del circuito de cámaras narró luego la salida de Walter hacia su vehículo particular en el estacionamiento del hospital, proporcionando más indicios que apuntalarían la investigación a cargo de la UFI 11 de La Matanza.

Al hacerse efectiva la denuncia, se montó un meticuloso operativo de vigilancia en el nosocomio, que concluyó con la detención del implicado por parte de la policía de la Comisaría 2da de Isidro Casanova, cuando Walter reapareció al volante de la ambulancia.

La investigación no cesó ahí. Un enérgico allanamiento en su residencia en Rafael Castillo descubrió lo que muchos temían: las ampollas robadas junto a varios blisters con diversas pastillas, material que ahora la justicia examina minuciosamente.

Pese a la gravedad del hallazgo, el enfermero fue liberado horas después, si bien su situación legal complica visiblemente su futuro. La investigación persiste, las autoridades judiciales indagan la posibilidad de más conexiones ilícitas en lo que a todas luces es un caso de “hurto agravado“.

El fentanilo se erige como un opioide sintético de potencia inusitada, opinado en términos comparativos con la venerable morfina, pero sorprendiendo con una fuerza de hasta 100 veces mayor. Su potencial nocivo no es desdeñable; cada dosis mal calculada puede ser mortal, amenazando con una depresión respiratoria extrema.

En Argentina, manejar este compuesto no es tarea sencilla. Su adquisición es casi mitológica comparada con otras sustancias ilícitas como la cocaína. Sin embargo, es un componente fundamental en los hospitales del país, especialmente como anestésico en intervenciones quirúrgicas.

Más allá de nuestras fronteras, particularmente en Estados Unidos, el fentanilo ha sembrado un oscuro legado, llevando a pronunciar un estado de “emergencia sanitaria“. Tal ha sido el impacto que ha cobrado la vida de 70 mil personas, sumergiendo a las urbes en una crisis de drogadicción sin precedentes, forjando lo que algunos llamarían un ejército de <zombies>, seres afligidos por la devastación del consumo descontrolado de un analgésico ahora tan peligroso como el venerado crack de décadas anteriores.